Misión Imposible 7: IA, conducción autónoma y spoofing

Coche autónomo

No sé si habéis visto la última película de Mission Imposible: Dead Reckoning (I). La película es interesante y repleta de excesos de adrenalina y explosiones, en línea de todas las anteriores de la saga. Para el que no la haya visto, voy a intentar no hacer spoilers.

En la película hay algunas escenas que se han hecho virales. Por ejemplo, el salto de Ethan Hunt (Tom Cruise) en moto por un acantilado simplemente equipado con un paracaídas que se ha hecho viral porque, como sabréis, Tom Cruise rueda personalmente la mayoría de sus escenas de acción por muy peligrosas que sean. En el making-off de la escena podemos ver como el director de la película (Chistopher McQuarrie), prácticamente contiene la respiración hasta que el señor Cruise abre el paracaídas y aterriza en el suelo sano y salvo. Imaginad el análisis de riesgos de la escena y el posible impacto económico en el caso de que el paracaídas no se hubiera abierto correctamente.

Dejando a un lado el salto en moto propio de las exhibiciones de Red Bull, hay un par de escenas que llamaron mi atención mientras veía la película y que quería comentar con vosotros. La primera de ellas se da al principio de la película cuando La Entidad (que así es como se la llama a la Inteligencia Artificial, que aparece en la película) engaña al SONAR del submarino ruso Sebastopol, haciéndole creer que hay un enemigo delante que ha disparado un torpedo contra ellos.

Más allá del resultado de la escena, es difícil creer que algo así pueda ocurrir por un montón de motivos. Un SONAR (Sound Navigation and Ranging) funciona de una forma muy similar a como funcionan los sensores UDS (Ultrasonic Distance Sensors) utilizados por algunos sistemas de ayuda en la conducción (ADAS). Básicamente ambos emiten una onda o pulso que rebota con los objetos y se mide el tiempo que tarda en volver al origen para calcular la distancia al objeto. En el caso del UDS, se trata de una onda ultrasónica y en el caso del SONAR se trata de un sonido en forma de ping o pulso en una frecuencia inferior a las ultrasónicas, ya que las frecuencias ultrasónicas no se propagan por el agua.

Existen algunos ataques de spoofing y jamming tal y como vemos en la película para engañar a ambos dispositivos. Es posible generar falsas señales con las mismas características del SONAR emisor, es posible capturar la señal del SONAR y retenerla durante un espacio de tiempo para después liberarla y confundir al SONAR emisor con el tiempo de respuesta, es posible generar ‘ruido’ en el canal para confundir al SONAR, etc.

Pero ni que decir tiene que el Sebastopol es un submarino ruso que equipa la última tecnología, por lo que todas estas amenazas deberían disponer de las contramedidas adecuadas tales como utilizar múltiples sensores para descartar datos corruptos, cifrado de datos, firma de los paquetes para comprobar la integridad, etc. Aunque bien es cierto que las imágenes que se muestran en la película nos enseñan un SONAR completamente analógico y en desuso, con su pantalla de fósforo verde, cuando cualquier embarcación de recreo de hoy en día ya dispone de un sistema mucho más sofisticado, digital y con pantalla a color, simplemente para calcular la profundidad y ver si es posible el fondeo.

Pero la escena que más me gustó es cuando Benji (Simon Pegg), del equipo de Ethan, va conduciendo un BMW iX persiguiendo a un tren (una especie de Orient Express) que va destino de Innsbruck, una pequeña ciudad situada en el valle del Eno, al oeste de Austria y rodeada por altas montañas.

En un momento determinado, Benji activa la conducción autónoma en el iX para que continúe por el camino de tierra por el que está circulando de forma más o menos paralela al tren, ya que Ethan debe saltar del tren… y aquí es donde me explota la cabeza con todos los errores que figuran en la escena. Sí, ya sé que es posible que el equipo de Ethan cuente con un BMW ‘tuneado’ por un científico loco como Q de las películas de James Bond, pero nada nos lo hace saber, el coche parece un vehículo de serie.

Hay una cosa muy chula en esta escena, ya que somos nosotros desde GMV los que proveemos de la solución de posicionamiento preciso y seguro a BMW en vehículos que ya están en la calle a través de GMV GSharp®, por lo que de alguna forma ‘salimos’ en la película.

Cuando Benji activa la conducción autónoma, se pasa al asiento del acompañante para manejar su portátil. Sin embargo, la conducción autónoma requiere prestar atención a la carretera y existen multitud de sensores que vigilan que el conductor esté mirando la carretera: si cierras los ojos, te giras hacia el acompañante demasiado tiempo o, por supuesto, si abandonas el asiento del conductor, el vehículo te alerta y, por seguridad, puede llegar a retirarse al arcén y detenerse en el caso de que obvies la alerta.

Además, pese a que nuestro sistema de posicionamiento cuenta con un margen de error de menos de 10 centímetros, el valle del Eno no es una zona donde abunden las estaciones de tierra y la cobertura 5G, por no hablar de si es un tramo autorizado o no para poder activar el modo de conducción autónoma (recordemos que en España por ejemplo aún no se puede). Y a todo esto hay que sumarle que el coche va a toda velocidad, derrapando por el camino de tierra… No dudo que en algún momento podamos configurar el perfil de conducción en modalidad de conducción autónoma (yo lo activaré siempre en modo Hardcore o Nightmare como en el Quake III), pero en este momento la conducción autónoma está limitada a unos entornos y condiciones determinados para los que se certifica que es seguro poder utilizar estas funcionalidades.

En fin, si os gustan las películas con acción a raudales y queréis pasar un buen rato, no os perdáis Mission Imposible: Dead Reckoning (I), pero no os fijéis en los detalles técnicos porque algunos de ellos harán que os rechinen los dientes.

 

Autor: Carlos Sahuquillo

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