Divulgando, que algo queda

Divulgando que algo queda

De niño yo quería ser científico.

Ni siquiera sabía que se llamaba así, pero mis juguetes eran el TENTE (un juego de construcciones tipo Lego de origen catalán) y el Quimicefa (un pequeño laboratorio de química que se sigue comercializando, aunque en los 80 los reactivos que traía eran más… divertidos). Leía ciencia ficción y enciclopedias como la Bruguera de ciencias naturales (si, leía enciclopedias… ¿tú no?).

Cuando se emitió Cosmos en España ya no quería ser cualquier científico sino el mismo Carl Sagan. Jacques Cousteau (El mundo submarino de Jacques Cousteau) y Félix Rodriguez de la Fuente (El hombre y la Tierra) completaron mis ídolos de juventud, abarcando el espacio exterior, los océanos y el resto de la biosfera...

Acabé estudiando ciencias químicas, pero me di cuenta de que las cocinitas no eran lo mío y elegí la especialidad de química-física, más teórica, y eventualmente hice una Tesis combinando dos de mis pasiones, la ciencia y la programación, haciendo simulación por ordenador (experimentos in silico) de disoluciones de polielectrolitos como el ADN.

Tras el doctorado ya tenía hecha la maleta para irme de postdoc (como dicta el camino tradicional de una carrera científica) cuando surgió algo inesperado: un GMVita amigo del director del departamento donde investigaba le preguntó si conocía a alguien espabilaó, con profundos conocimientos de programación científico-técnica y que dominase el inglés para trabajar en el centro de control del telescopio espacial infrarrojo ISO, una misión de la ESA. Así que me presenté, me cogieron y empecé a trabajar en GMV que era la adjudicataria del proyecto.

El trabajo que hago en GMV es creativo e interesante, muy gratificante, y me permite tender puentes con actividades científicas (desde aquel mi primer proyecto con un telescopio espacial hasta ahora, 27 años más tarde, cuando estoy liado con un estudio sobre distribución cuántica de claves criptográficas desde satélite). Pero la ciencia me picaba, quería más, así que pensé en la divulgación, una actividad que siempre me ha fascinado y que he consumido desde que era niño como os contaba.

Desafortunadamente, no disponía del tiempo que requeriría mantener un blog como me gustaría, y aunque publico ocasionalmente en el de la red de divulgación Naukas, me decanté por el microblogging en Twitter. Así, ya hace 10 años creé Apuntes de ciencia, un espacio desde donde divulgar la ciencia para todos los públicos, una píldora cada vez, en el que mezclo noticias relacionadas con la ciencia, interpreto comportamientos animales sorprendentes, suelto mensajes de conservación de la biodiversidad, explico efectos físicos llamativos o respondo cualquier pregunta relacionada con la ciencia (a menudo con la ayuda de otros científicos y divulgadores); os invito a indagar los hashtags #FotoCiencia, #VideoCiencia y #PreguntaCiencia.

La visibilidad que me ha dado Apuntes de ciencia me ha abierto las puertas de la divulgoesfera, y he participado en podcasts (alguno patrocinado por GMV), programas de radio, eventos de divulgación en línea…

Y aunque me encanta cuando alguien me cuenta que comparte mis tuits con su hijo y los comentan, o cuando un profe me dice que va a usar mi material en clase, o incluso cuando proyectan alguna de mis charlas en los recreos, lo que más me motiva, sin duda, es el directo, interactuar con la audiencia, comunicar con gestos, voz y humor. Grandes eventos como Naukas Bilbao (donde he presentado una y dos veces) son extraordinarios, pero divulgar mirando a los ojos que pueblan las salas pequeñas no tiene precio.

Naukas

En esta línea un grupo de cienciófilos que vivimos en Tres Cantos montamos Ciencia con Tres enCantos, una asociación para la divulgación de la ciencia desde la que hacemos charlas mensuales en un bar, a menudo impartidas por divulgadores invitados de primer nivel. La gente viene un jueves por la tarde y se toma una cerveza mientras les cuentan cosas de ciencia en un tono accesible, ameno… con rigor, pero sin rigor mortis.

Pero es indudable que nuestra sociedad necesita la promoción de las vocaciones STEM entre los jóvenes, con particular atención a las niñas, y aprovecho cualquier feria de ciencias, cualquier celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia o cualquier otro motivo para coger mi modelo del Sistema Solar hecho con bolas y pelotas de distintos deportes (algo más chico que el que hemos montado en Ciudad Rodrigo, también con el patrocinio de GMV) o mis cachivaches de matemática recreativa y plantarme en coles e institutos.

Space

La ingenuidad, el desparpajo, la curiosidad incontenida, la naturalidad y el desenfado de niños y jóvenes son estimulantes y alentadores. Para mí no hay nada como una reflexión que surge de un chaval durante una de mis charlas.

Hace ya un tiempo di una sobre el espacio en un cole a niños de 9 y 10 años. Tras haberles introducido el método científico y cuando explicaba la traslación de la Tierra, una niña levantó la mano y dijo que hace mucho tiempo creían que el Sol y el resto de los planetas… ¡giraban alrededor de la Tierra! Tras confirmar que eso había sido así, le pregunté qué pensaba ella sobre aquellas personas: “¿Estaban equivocadas?” le desafié.

Me esperaba una respuesta contundente del tipo “¡Claro que estaban equivocados!” que me daría pie a contarles que las verdades absolutas no existen en ciencia, que modelos y teorías evolucionan con cada nueva evidencia… Pero no fue así. La niña se llevó la mano a la barbilla y en apenas un par de segundos respondió: “Creo que ellos pensaban que estaban en lo cierto.”

«Ellos pensaban que estaban en lo cierto

Una niña de 10 años ha entendido la esencia de la ciencia y es capaz de expresarla sin titubeos en siete palabras 😊. Esa noche dormí feliz. Y unos días después la clase me hacía llegar esta tarjeta de agradecimiento. Morí de amor.

Talk

La ciencia, la cultura científica, es un pilar de nuestra sociedad tecnológica, y la divulgación constituye una herramienta fundamental para acercar los conceptos científicos y la belleza del mundo natural a los ciudadanos.

Las redes sociales permiten divulgar de forma accesible a una gran audiencia, pero el directo a pequeña escala, el dar y recibir, el atender esa duda concreta, aporta una dimensión muy valiosa a la diseminación del conocimiento científico. Y llevar la divulgación a las aulas es una faceta más que suma y complementa el contenido académico de las asignaturas.

Divulgando, que algo queda.

Autor: Juan Carlos Gil

Subido por Roberto (no verificado) el Mar, 28/02/2023 - 16:06

Ha sido un placer conocer las impresiones y emociones de nuestros compañeros; la pasión que ponen en su trabajo y cómo lo ven recompensado en momentos como el que narra Juan Carlos. Leer esta entrada ha sido maravilloso.

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