El Sistema Solar a escala de Ciudad Rodrigo

Las murallas de Ciudad Rodrigo

De entre la multitud de cosas que me encantan de mi empresa GMV, una es lo dispuestos que están (¡estamos!) para apoyar proyectos de divulgación de la ciencia.

A finales de 2020 enredé a GMV que hizo posible la segunda temporada del podcast Enciérrate con la ciencia donde un servidor colaboraba, y eso que a mediados del mismo año ya nos habíamos embarcado en otra aventura de mecenazgo mucho más ambiciosa que os voy a contar en esta entrada de blog...

Divulgando, que algo queda

Y es que mi pasión es la ciencia y su divulgación que practico en Twitter con la cuenta Apuntes de ciencia y desde varias asociaciones como Naukas, Ciencia con Tres enCantos e Iberozoa escribiendo artículos, dando charlas en bares, coles e institutos, participando en podcasts y programas de radio y en general manteniéndome al día y redifundiendo la actualidad científica en general y de la astrotrastornada en particular.

Por eso cuando vi que Astróbriga, la asociación astronómica de Ciudad Rodrigo, pretendía construir un monumental Sistema Solar a escala en la también monumental Ciudad Rodrigo, abrí los ojos como platos.

Lo tenía todo: divulgación, astronomía, participación ciudadana, un poquito de épica, una componente de educación... ¡El proyecto me enamoró!

Cuestión de escala

Los Sistemas Solares a escala son modelos de nuestro Sistema Solar que tratan de que unos primates de su tercer planeta rocoso sean capaces de hacerse una idea de los tamaños de los distintos cuerpos celestes y sus descomunales órbitas.

Los hay en muchos sitios del mundo, incluso hay una página de Wikipedia que los lista.

Pero la ambición de Astróbriga era que el de Ciudad Rodrigo hiciese justicia al extraordinario marco de la ciudad medieval.

"Queríamos un Sol que fuese un Sol —dice Nicolas Cahen, presidente de Astróbriga— pero no podíamos poner en la calle una bola de hidrógeno en fusión..."

Así que se en vez de una bola lisa, amarilla y aburrida como las de la gran mayoría de las modelos existentes, se concibió un Sol orgánico, estimulante y evocador, un Sol donde multitud de manos de latón y aluminio dorado se entrelazan en un gran cuerpo esférico de ferralla metálica, simbolizando cómo muchas colaboraciones pequeñas pueden hacer cosas grandes, además de tender una mano a las impresiones manuales en negativo representadas en pinturas rupestres de distintas cuevas del mundo.

El Sol como origen de todo. Somos polvo de estrellas.

Para el resto de elementos (los ocho planetas, algunas lunas representativas: la Luna, las cuatro galineanas de Júpiter, Titán de Saturno y Tritón de Neptuno) y el planeta enano Plutón (¡chúpate esa Michael Brown!) se idearon unos pilares de 2 m de altura de acero corten con acabado natural, sin tratamiento ni barniz protector, anclados a un dado de hormigón armado. A media altura tienen un espacio hueco para exponer el objeto astronómico suspendido en un baño de glicerina (sin soportes, contribuyendo a la sensación de estar suspendidos en el espacio) rodeado de vidrio de seguridad y están coronados por una bandeja con luminarias LED, un pequeño captador solar y baterías para iluminar al conjunto durante las noches.

Paseando a la velocidad de la luz

Astróbriga anhelaba integrar el Sistema tanto en la propia Ciudad Rodrigo como en toda su comarca y eso guio la elección de la escala: 1 a 290 millones.

A esta escala el Sol tiene un diámetro de 4,80 m, formidable pero factible, y permite situar a los planetas interiores en el interior de la ciudad y distribuir los exteriores a lo largo de otros pueblos y distintas localizaciones emblemáticas de la comarca, incluyendo a Neptuno en el centro de interpretación del excepcional yacimiento paleolítico de Siega Verde, una de las mayores galerías de arte rupestre al aire libre de toda Europa y Patrimonio de la Humanidad UNESCO, y al planeta enano Plutón en la misma frontera con Portugal. La localización exacta de cada modelo de planeta contaba con la flexibilidad que permiten las órbitas elípticas, y se ajustó con criterios de puesta en valor del patrimonio y el entorno, la lógica de circulación de un elemento a otro y la vulnerabilidad al vandalismo.

Pero hay más: a la escala elegida la velocidad de la luz corresponde a algo menos de 4 kilómetros por hora, más o menos la velocidad de un paseo a ritmo relajado, así que cuando paseamos visitando el Sistema Solar a escala de Ciudad Rodrigo… ¡lo recorremos a la velocidad de la luz!: algo más de tres minutos desde el Sol hasta Mercurio, seis a Venus y ocho y medio para alcanzar nuestro planeta.

GMV coloniza Marte

La primera vez que oí hablar de él, en marzo de 2020, el proyecto ya había sido aprobado, tras muchas vicisitudes,  por todos los actores relevantes incluyendo la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de Salamanca y la Dirección General de Patrimonio Cultural de Castilla y León, entidades que deben dar su visto bueno ya que Ciudad Rodrigo es Conjunto Histórico-Artístico desde hace más de 75 años y el casco histórico intramuros cuenta con el estatus de Bien de Interés Cultural.

Se trataba ahora de buscar financiación.

Astróbriga lanzó la campaña participativa ¡Echa una mano! por la que cualquier persona o institución podía aportar 10€ y poner su nombre grabado en una de las manos de latón que conformarían el Sol del Sistema. A la postre la campaña fue un éxito: de las 2941 manos que tiene el Sol, casi 2000 se financian de esta forma, lo que dio para una buena parte de su construcción.

Pensé entonces en la posibilidad de contribuir desde GMV. La conexión con nuestras actividades no fue especialmente difícil: Marte. El cuarto planeta del Sistema Solar es una referencia paradigmática en GMV. Nuestro terrario marciano ha servido de escenario para innumerables pruebas de guiado de prototipos de róveres y otros robots diseñados para trabajar en condiciones extremas como plataformas petrolíferas, además de formar parte del ambiente del GMV team como sugerente fondo de la gran cantina en su localización pre COVID.

Presenté el proyecto en GMV: patrocinar en exclusiva el pilar del planeta rojo.

Y no puedo decir que costase mucho convencer a los que manejan los dineros: en apenas unos días desde el departamento de Marketing ultimaban los detalles con la dirección de Astróbriga, poco después su junta directiva aprobó el acuerdo por unanimidad y en unas semanas el convenio estaba firmado.

Nicolas Cahen, presidente de Astróbriga, considera que el acuerdo con GMV fue esencial para la cristalización del proyecto ya que sirvió de revulsivo para que otras entidades se decidiesen a apoyarlo:  la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Asociación para el Desarrollo de la Comarca de Ciudad Rodrigo (ADECOCIR), la Diputación de Salamanca, las empresas Iberdrola y Acofarma, el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo y otros de la comarca así como multitud de aportaciones más modestas de comercios locales.

Formación del Sistema Solar

Con la financiación asegurada, el Sistema se construye durante el verano de 2021 y se inauguró a principios de septiembre de 2021 en el marco de una gran fiesta de la astronomía.

Numerosas asociaciones astronómicas arropan a Astróbriga y llevan a cabo un montón de acciones alrededor del evento central: conferencias impartidas por un extraordinario elenco de expertos astrónomos, actividades de observación del cielo con numerosos telescopios durante dos noches y talleres plásticos para todas las edades.

Representantes de otras instituciones y empresas colaboradoras también estuvieron presentes; por parte de GMV participó Miguel Angel Molina, director de estrategia y desarrollo comercial de Espacio.

 Más allá de Plutón

Pero la cosa no acaba ahí. El Sistema está vivo y desde Astróbriga estamos trabajando en una serie de herramientas didácticas para complementar los ya construidos.

La segunda fase, que esperamos tener construida en septiembre de 2022, incluye cuatro elementos: una red de placas empotradas en el suelo de la ciudad que señalarán las órbitas de los planetas rocosos, una aplicación de realidad aumentada para dispositivos móviles con objeto de ser usada durante la visita al Sistema, una línea del tiempo de 13,8 metros de longitud donde cada metro representa 1000 millones de años de la existencia del Universo así como un corto de animación para familiarizar a los visitantes con las magnitudes espacio-temporales de la Vía Láctea y el Grupo Local.

Y a la segunda le sigue una tercera. Tenemos el propósito de organizar anualmente una semana de la astronomía en la comarca de Ciudad Rodrigo, construir elementos como una tierra paralela o esculturas de constelaciones y añadir al sistema principal otros objetos como plutoides y las sondas espaciales humanas que más lejos han viajado: las Voyager 1 y 2, las Pioneer 10 y 11, y la New Horizons.

Si queréis más información sobre todo el proyecto del Sistema Solar a escala de Ciudad Rodrigo podéis consultar este artículo que escribí en marzo al respecto.

¿Qué supone esto para Ciudad Rodrigo y para GMV?

El objetivo principal del proyecto es desarrollar la cultura científica en la comarca de Ciudad Rodrigo, pero supone también de una herramienta vertebradora de acciones educativas (sin ir más lejos, hace unos días ha arrancado una gran Yincana astronómica en la que participan 16 grupos de jóvenes), divulgativas y de promoción de la comarca a nivel turístico. El proyecto pretende impulsar el astroturismo poniendo en valor la calidad de los cielos de la comarca, con contaminación lumínica muy controlada, aprovechando el crecimiento de esta modalidad turística. Todos estos objetivos se están articulando bajo la marca Ciudad Rodrigo, ciudad de las estrellas.

El impacto mediático que tuvo la inauguración del Sistema fue extraordinario.

Para GMV esta acción de mecenazgo se enmarca en nuestro programa de responsabilidad social corporativa, una contribución activa y voluntaria a la sociedad en la que desempeñamos nuestras actividades con una notable proyección en los ámbitos de la astronomía y la divulgación científica así como una valiosa involucración en la educación de nuestros jóvenes.

Autor: Juan Carlos Gil

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