Derivadas de la primera oleada de la COVID-19

Se está hablando mucho de la segunda oleada, muchos científicos la anuncian y la OMS predice que lo peor está por venir.

Las lecciones aprendidas hasta ahora serán claves para afrontar la segunda ola de coronavirus

Desde mi punto de vista, no dudo en absoluto de esta aseveración, aún más, creo que el SARS-COV-2 ha venido para quedarse y tendremos que convivir con él durante mucho tiempo, pero a pesar de ello y a corto plazo, temo más las derivadas que nos va a traer esta primera oleada que estamos sufriendo y que como algún compañero de profesión denomina, son los “daños colaterales” de la COVID-19.

Estas segundas derivadas se van a producir, de hecho ya se han iniciado como explicaré a lo largo de este artículo y de la primera que trataré es lo que denominamos como el “Estrés Post Traumático o EPT”

El trastorno por estrés postraumático es una patología que se presenta después de haber vivido o presenciado un acontecimiento impactante, terrorífico, peligroso o que se sale de nuestra “normalidad”.

Ante la situación que estamos viviendo, en la población se va a producir una respuesta de lucha en unos casos y de huida en otros, que va a llevar a casi todo el mundo a una serie de reacciones diversas donde nadie queda indemne por muy fuerte que se sea. Aunque por fortuna la mayoría de las personas se recuperan de los síntomas de una forma natural, habrá otras muchas que padecerán este trastorno y sus consecuencias. Todas esas personas necesitaran de los recursos psicológicos, psiquiátricos y de trabajo social necesarios para afrontar esta patología. Además este proceso se produce a lo largo del tiempo, no de forma inmediata, por lo que tendremos que tener estos servicios en alerta durante mucho tiempo y perfectamente equipados y dispuestos.

Otra derivada, que también se está produciendo ya, es el incremento de desenlaces negativos en patologías que no tienen nada que ver con el virus, pero que , debido al “miedo” a ir al hospital y hasta el centro de salud, ha hecho que los pacientes no acudan a los centros sanitarios y han empeorado y hasta fallecido. Es el caso de infartos de miocardio, ICTUS, crisis de Hipertensión Arterial, Comas hipoglucémicos y descompensación de pacientes con EPOC. Las cifras no son baladíes, en algún estudio ya se ha visto que en estas semanas de confinamiento ha descendido en un 40 % el número de infartos de miocardio que han llegado a nuestros hospitales.

Y por fin, una última derivada, que según mi criterio se va a alargar mucho tiempo y que va a tener una enorme trascendencia es todo lo relacionado con las enfermedades crónicas. Debido a la saturación de los centros sanitarios en estos primeros picos de pandemia, los pacientes con Hipertensión Arterial, Diabetes, Insuficiencia Cardiaca, EPOC, enfermedades oncológicas etc., han, hemos pospuesto nuestras revisiones y controles para cuando “esto pase” y los servicios sanitarios estén menos saturados. El problema es que en cuanto se “ablande” el confinamiento, todos estos pacientes crónicos van/vamos a acudir “en masa” a estos servicios con el tremendo riesgo de volver a colapsarlos.

El número de pacientes crónicos en nuestro país es muy elevado, no en vano somos el segundo país más longevo del mundo y con un magnífico sistema de salud, lo que hace que nuestros conciudadanos vivan mucho tiempo con patologías crónicas y con comorbilidad (varias patologías concomitantes).

Algunas cifras que presento aquí nos tienen que hacer no solo reflexionar, sino que ponernos en marcha para afrontar las medidas necesarias para que nuestro sistema y nuestra sociedad tal y como la entendemos, no colapse.

  • En España hay unos 19 millones de pacientes crónicos, 11 millones de mujeres y 8 millones de hombres.
  • En 2029, dentro de 9 años, habrá 11,3 millones de españoles mayores de 64 años.
  • En 2030 las enfermedades crónicas doblarán su incidencia en los mayores de 65 años.
  • El 70 % de nuestros mayores de 65 años son enfermos crónicos y hasta con cuatro enfermedades por persona.
  • En 2050 el 35% de la población será mayor de 65 años.

A fecha de hoy, las enfermedades crónicas suponen el 80% de las consultas de Atención Primaria, el 60 % de los ingresos hospitalarios y el 85% de los ingresos en Medicina Interna, esto hace que estas patologías consuman el 50% de los recursos sanitarios.

Y quizás el dato más desconocido: cuatro enfermedades crónicas, solo cuatro, consumen el 80 % del gasto sanitario y recuerdo que el gasto sanitario de una Comunidad Autónoma viene a ser el 40% del gasto total de cada comunidad.

Con los datos antes expuestos, la sostenibilidad de nuestro Sistema Sanitario (Público y privado) está en riesgo. O se “inyecta” vía Presupuestos Generales del Estado la financiación necesaria para afrontar este oscuro futuro o la situación será insostenible, pero además del dinero, condición sin ecua non, hay que dar una vuelta a cómo lo utilizamos y esto pasa por una trasformación profunda de nuestro modo de hacer que desde mi modesto punto de vista pasa por una profunda y real Transformación Digital en Salud.

Esta revolución no es simplemente por el hecho de que las mal llamadas “nuevas tecnologías” (alguna de ellas ya llevan con nosotros más de treinta años) hayan venido a quedarse en nuestra sociedad, sino que van a ser la única solución para paliar muchas de las cosas que he citado en este artículo y cuando se me dice que el coste de las inversiones en tecnología es altísimo, siempre respondo que el coste en resultados en salud es mucho más alto si no se hacen esas inversiones, como se ha visto de forma palpable en los tiempos que nos está tocando vivir.

Hace no mucho, preparando un módulo para un Máster del que soy profesor, investigué las opiniones de algunos gerentes de hospital, que hablaban de las necesidades a futuro

  • Aumentar la eficacia, eficiencia y efectividad.
  • Adecuar la tecnología necesaria para ofrecer información útil para el diagnóstico, seguimiento y control y por lo tanto el empoderamiento de los ciudadanos/pacientes.
  • Evolución hacia centros de expertos y de alta tecnología y resolución, organizados por procesos asistenciales y no por especialidades médicas.
  • Monitorización y seguimiento continuo, tanto virtual como presencial.
  • Desarrollo de las TICs como mejora de los sistemas informacionales tanto para su uso interno como central de control y herramienta de gestión.
  • Mayor importancia de las intervenciones proactivas, preventivas y rehabilitadoras.
  • Necesidad de coordinación/integración de todos los niveles de atención
  • Desarrollar plataformas tecnológicas multicanal que cubran necesidades de información sanitaria y atención a los procesos crónicos o agudos de baja o mediana complejidad.
  • Rediseñar la organización y el gobierno de los hospitales, reformulando las organizaciones sanitarias en base a Unidades Multidisciplinares de Procesos.

Y todo esto se decía antes de que apareciera la pandemia de la COVID-19 y los efectos indeseados que estoy referenciando desde el inicio de este artículo.

Como se puede apreciar existe tecnología para desarrollar esas necesidades sentidas por los profesionales y que en el fondo se pueden resumir en el seguimiento, identificación y guiado de la salud de los ciudadanos. Pero el problema no es solo tecnológico sino organizativo y de clara apuesta política para llevarlo a cabo. Se deberá centrar la atención en el ciudadano y “trazarlo”, es decir, seguir su salud. Se impone una coordinación entre niveles asistenciales sanitarios y sociales ya sea públicos o privados. Este nuevo modelo tendrá que basarse en nuevos métodos de Información bidireccional con el ciudadano (Salud 2.0, Redes Sociales, Contact Centers), con un enfoque preventivo como hasta ahora no se ha hecho y un Seguimiento y Asistencia por procesos (Centros de Alta Resolución, Atención y Hospitalización Domiciliaria, Atención no Presencial, Telemedicina), usando las tecnologías de las que ya disponemos, Big Data, Inteligencia Artificial, Chatbots, Robótica, Drones, Blockchain…

Aparece así el nuevo fenómeno que llamamos "salud digital" o “digital health” y que se ha definido como "la transformación cultural de cómo las tecnologías disruptivas que brindan datos digitales y objetivos, accesibles para profesionales de la salud así como a los ciudadanos, conducen a una relación médico-paciente de igual nivel en la toma de decisiones compartidas y su democratización y empoderamiento".

El médico que se requiere a futuro es sin lugar a dudas, un profesional multi-disciplinario con un apego muy profundo con la tecnología y la dinámica del manejo de datos. Será por tanto fundamental que los profesionales de la salud comprendan las funciones, interactúen y puedan ser los gestores de las diferentes tecnologías que se implementen a futuro. Esto está produciendo ya un cambio de rol del profesional de la salud en la interacción con el ciudadano/paciente, desde la tradicional relación de agencia a una nueva relación de mentor o de guía para el buen camino hacia la información más adecuada para la prevención, el control de los posibles inconvenientes en la salud, con una modificación también del rol del ciudadano/paciente tradicional, hacia el ciudadano informado y empoderado como decía anteriormente.

Como verá el lector, para nada he hablado de la terrorífica crisis económica que ya estamos viviendo en nuestras carnes por la incidencia directa de esta pandemia. No queda más que decir que si la situación era ya crítica, con la pandemia, nuestro modelo de Sistema Nacional de Salud tal y como lo conocemos y hasta nuestro modelo de sociedad está en serio riesgo de supervivencia. La sostenibilidad de los mismos pasa indefectiblemente por esa trasformación digital de Salud y las medidas de cambio cultural, sociológico y político que la hagan viable.

Por fortuna, de las crisis deben salir oportunidades, yo soy optimista por naturaleza, por eso apoyo firmemente magníficas ideas que han surgido en estos tiempos de zozobra como son los Macro Proyectos Tractores, uno de los cuales es el de Salud Digital, coordinados por AMETIC y que creo que pueden ser la solución para poner nuestro país en punta de lanza de la innovación, la investigación y el desarrollo de nuestra Salud y nuestra Economía que tanto vamos a necesitar.

Autor: Carlos Royo Sánchez, director de Estrategia de Salud de GMV y presidente de la Comisión de Salud Digital de AMETIC.

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